El asesinato del presidente Jovenel Moïse, el 7 de julio de este año, sumió al país en un vacío de poder crítico, dejándolo sin un presidente, un Parlamento en funcionamiento o una Corte Suprema.
Diana Galindo, coordinadora de emergencias de Médicos Sin Fronteras en Haití, habló sobre lo que es vivir en el país más pobre del hemisferio occidental luego de la muerte de Jovenel Moïse, un magnicidio que dejó a los haitianos aún más propensos al hambre y a la violencia organizada.Hay tantas necesidades e inseguridad en Haití, que el coronavirus no ha podido ser una prioridad para el Estado.
“La economía no se levanta, y no logran tener decisiones profundas para lidiar con la crisis del país. Aunque el presidente no tenía mucha aceptación, al menos podía gobernar.
En términos generales, el Estado no está presente, por lo que la salud se tiene que pagar, no hay transporte público y la educación es muy básica. Los haitianos no tienen una red en la cual puedan contar, por lo que todo lo tienen que sacar de sus bolsillos. Es una vida dura. Admiro mucho a los colegas con los que trabajamos, porque ellos sacan fuerza y resiliencia para cada crisis. Tienen que trabajar mucho, porque si no lo hacen no hay dinero.