La noche en que decidió quitarse la vida, Alejandra Pizarnik habló por teléfono con sus amigos más cercanos sin que su tono de voz revelase nada en especial.
Creo que, del mismo modo en que Borges transformó la prosa, Alejandra transformó la poesía castellana, porque le dio una oscuridad que es específicamente propia, afirma Cristina PiñaLa noche en que decidió quitarse la vida, Alejandra Pizarnik habló por teléfono con sus amigos más cercanos sin que su tono de voz revelase nada en especial.
El"mito pizarnikiano" comenzó a gestarse en 1954, concretamente en los alrededores de la Facultad de Filosofía y Letras y de la Escuela de Periodismo, lugares que le sirvieron para conocer a poetas surrealistas y a algunos de los referentes literarios y artísticos del momento, como Olga Orozco, Oliverio Girondo o Juan Batlle Planas.
Frente a una concepción unidimensional de su personalidad, Piña sostiene que hubo, en realidad,"muchas Alejandras": la obsesiva y ansiosa, capaz de pasar del amor al odio en minutos; la cálida y entrañable, que ofrecía sus contactos internacionales a otros amigos poetas; y la humorista y seductora, cuyo carisma atraía todas las miradas.Pizarnik forjó una obra única dentro del panorama literario argentino.
La muestra, que se extenderá hasta abril del año próximo, propone un recorrido por las diferentes fases de su escritura, caracterizada por una"larga etapa de corrección" final, según destaca Evelyn Galiazo, directora de Investigaciones de la Biblioteca Nacional y curadora de la exhibición.